Para el pensamiento ancestral hay muchas maneras de hacer diagnósticos de las enfermedades: observando la cara, los ojos, las orejas, la actitud o la espalda. La columna vertebral muestra los estados emocionales, las actitudes y síntomas de algunas patologías del ser humano. Allí se diagnostica el conflicto interno que se tiene, el desequilibrio. El dolor indica qué es lo que está en desorden de la vida, qué es lo que hay que revisar.
La zona del cóccix es la parte de la misión que tenemos, es la raíz, la brújula, es donde está sentado todo nuestro pensar, nuestros sueños de vida, hacia dónde queremos proyectarnos. Cuando esa parte duele o hay tensiones, espasmos, fracturas, o se tuerce, algo anda mal. Es un aviso de que no se está siendo coherente en la misión, hay dualidades e inseguridad: la misión que se está ejerciendo o se va a ejercer no está clara.
La zona renal es donde está la pareja, los conflictos, los celos, las infidelidades. También puede doler la parte de la matriz o la próstata, allí hay duelos por resolver o duelos por venir.
En la zona de las costillas está la familia: papá, mamá, hermanos, tíos, abuelos, primas, primos. Ahí nosotros cargamos a la familia encima, tiene que ver con la parte pulmonar.